Comportamiento violento
Sí. La mayoría de los niños superan este tipo de comportamiento cuando entran en la escuela primaria, porque han desarrollado las habilidades lingüísticas para expresarse con palabras y han sido socializados para sentir que la agresión física es incorrecta y poco gratificante. Si su hijo no ha aprendido estas lecciones, es hora de averiguar por qué.
Su hijo podría tener un trastorno del aprendizaje, del comportamiento o emocional que le dificulta escuchar, concentrarse o leer, lo que dificulta su rendimiento escolar. O puede estar sufriendo un golpe psicológico, como el divorcio de sus padres, que está provocando más dolor y rabia de los que puede manejar. Pero lo más habitual es que los niños se vuelvan agresivos porque han sido testigos de la agresividad de otros. Sea cual sea el motivo, si consigues que tu hijo reciba ayuda ahora, podrás evitar problemas más graves en el futuro. Si el comportamiento agresivo de tu hijo es frecuente y grave, o tus esfuerzos por frenarlo no surten efecto, tendrás que consultar al médico de tu hijo o a un profesional de la salud mental capacitado, como un psicólogo o psiquiatra infantil.
Niño violento
Skip to Main ContentResumenA nadie le gusta sentirse enfadado, pero todos experimentamos esta emoción de vez en cuando. Dado que a muchos adultos les resulta difícil expresar la ira de forma saludable y productiva, no es de extrañar que los sentimientos de enfado se conviertan a menudo en estallidos para los niños. La mayoría de los padres se preguntan qué hacer con las rabietas y el comportamiento colérico, y más de uno se pregunta si la forma en que se comporta su hijo es normal.
Se cree que la genética y otros factores biológicos desempeñan un papel en la ira/agresión. El entorno también contribuye. Los traumas, la disfunción familiar y determinados estilos de crianza (como los castigos severos e incoherentes) también aumentan las probabilidades de que un niño muestre una ira y/o una agresividad que interfiera en su vida cotidiana.¿Cómo se diagnostican la ira, la irritabilidad y la agresividad en los niños? Los niños pequeños pueden ser llevados a una evaluación psicológica o psiquiátrica por sus padres o ser remitidos por un pediatra, un psicólogo, un profesor o un administrador escolar. Los niños mayores con problemas de comportamiento que los ponen en contacto con la ley pueden ser enviados para su evaluación y tratamiento por los tribunales o el sistema de justicia juvenil. (Sukhodolsky señala que esto es exactamente lo que se pretende evitar con el tratamiento temprano).
Habilidades de agresión
El periodo comprendido entre los 18 meses y los 3 años es un momento emocionante. Los niños pequeños empiezan a ser conscientes de que son individuos separados de sus padres y de las demás personas importantes de su mundo. Esto significa que están ansiosos por imponerse, comunicar sus gustos y disgustos y actuar de forma independiente (¡en la medida en que puedan!). Al mismo tiempo, todavía tienen un autocontrol limitado y están empezando a aprender habilidades importantes como esperar, compartir y tomar turnos.
Sherman, de 2 años, cogió el cubo rojo y empezó a echar arena con una pala. Jojo, el anterior «dueño» del cubo, gritó: «¡Mío! Mi cubo!». Cuando las palabras no le devuelven el cubo, Jojo agarra el cubo, pero Sherman se lo quita y salta fuera del arenero. Jojo sigue a Sherman, le empuja, coge el cubo y vuelve al arenero. Cuando Sherman se acerca al arenero una vez más, Jojo vigila cuidadosamente su cubo, rodeándolo con el brazo y observando a Sherman de cerca. Sus padres, que han visto cómo se desarrolla el drama, atraviesan el patio de recreo y recitan el discurso de «usa tus palabras» por lo que parece la millonésima vez.
Problemas de agresividad
Si tu hijo tiene arrebatos de ira, y sobre todo si la ira de tu hijo interfiere en sus relaciones y en su calidad de vida, es importante enseñarle las habilidades que necesita para manejar sus sentimientos de forma saludable. La orientación de un profesional de la salud mental también puede ser muy útil.
Los niños son más propensos a arremeter cuando no entienden sus sentimientos o no son capaces de verbalizarlos. Un niño que no puede decir «¡estoy enfadado!» puede intentar demostrar que está enfadado arremetiendo contra él. O un niño que no es capaz de percibir o explicar que está triste puede comportarse mal para llamar su atención.
Para que tu hijo aprenda a identificar y etiquetar los sentimientos, empieza por enseñarle las palabras básicas de los sentimientos, como «enfadado», «triste», «feliz» y «asustado». Etiqueta los sentimientos de tu hijo diciéndole: «Parece que te sientes muy enfadado ahora mismo». Con el tiempo, aprenderán a etiquetar sus propias emociones.
Los termómetros de la ira son herramientas que ayudan a los niños a reconocer las señales de que su ira está aumentando. Dibuja un termómetro grande en un papel. Empieza por la parte inferior con un cero y rellena los números hasta el 10, en la parte superior del termómetro.